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¡Es muy “terco”!

¿Es porque tiene síndrome de Down?

Muchas de las maestras que asisten a nuestros cursos nos hacen esta pregunta, una y otra vez. Y una  y otra vez les contestamos, que tener discapacidad intelectual no necesariamente hace que un niño sea más testarudo o más terco que otro sin discapacidad .

 Lo que hace la diferencia son las estrategias de conducta que los adultos realizamos a diario, en la escuela, en la casa, a la hora del recreo, a la hora de entrar, de cambiar de actividades, etc. Por ejemplo, María (S. Down) es una niña preciosa de 6 años,  que pertenece a un grupo de kínder 2 en una escuela regular. Hace 1 año entraba al salón directo a tomar su material preferido, y no quería soltarlo! Si le decía su maestra una y otra vez, que necesitaba dejarlo y sentarse a trabajar en la mesa, era como si le prendiera el swich del grito, del berrinche, se aventaba al piso y se establecía una lucha de fuerzas entre ambas… ¿saben quién “ganaba”? Maríaaa….porque aun cuando la maestra la convenciera de sentarse con la muñeca en los brazos, ya no quería trabajar en lo que el grupo estaba desarrollando.

 Así, después de observar una mañana de trabajo en su salón, le recomendamos hacer dos estrategias muy simples: la anticipación y el reforzador positivo inmediato. La primera consistió que al llegar al salón,  no tuviera la muñeca a la mano y enfocar la atención de María,  con objetos en miniatura, a su primera actividad a realizar, y  que después de terminar de realizar la actividad esperada podía jugar con la muñeca 5 minutos; luego fueron dos actividades, luego tres, y la anticipación ya no se realizó con objetos en miniatura, ahora con fotos de ella realizando las actividades, además se le ampliaron los reforzadores: ahora podía escoger entre la muñeca y un juego de moldes y arena que le encanta, y no tenerlos de manera inmediata al terminar cada actividad, sino al concluir la rutina de las 3-4 actividades.

Entonces la conducta de María mejoró totalmente, ya no era necesario luchar con ella, sino organizar su pensamiento. Y en lugar de tener una niña“terca” su maestra tenía una niña capaz de tolerar la frustración a través de una secuencia de acciones  y ampliar su repertorio de reforzadores.
 Otro alumno, Sebastián de 7 años quien estudia en un grupo de primer año de primaria, (con una condición  dentro del espectro autista,) llegó la primer semana a la escuela y tiró todo el material de los anaqueles. Ni siquiera entendieron su maestra y su asistente como sucedió…

¿que lo ocasionó? fue en unos segundos y en unos segundos ellas concluyeron que era debido a su discapacidad. 

Analizando su historial escolar, nos dimos cuenta que el venia de 3 preescolares distintos, presentando conductas como estas, tirar material, meterse debajo de la mesa, pegar a niños y adultos con brazos y piernas. Como era de esperarse, en lugar de ver las causas de la conducta, les dijeron a los padres que Sebastián requería una escuela especial y ese no era el lugar para él. 

Entonces apoyamos a la maestra y a los padres, a entender que Sebastián tenía que “comunicar” su frustración de alguna manera, porque no tenía comunicación verbal. Su conducta era su lenguaje. No entendía qué se esperaba de él, no sabía cómo sentirse exitoso, no pertenecía a ninguna persona, ni a su maestra, ni a sus compañeros; no tenía amigos ni lazos afectivos. 

Y en lugar de etiquetar la discapacidad como la única causa, vimos el entorno: qué tipo de autoridad ejercía la maestra en el grupo, así como los padres en casa; qué estrategias de comunicación tenía Sebastián y qué alternativas de comunicación le proporcionaba el entorno, qué apoyos y ajustes razonables podían implementarse para que entendiera la dinámica del grupo y cómo modelarle con apoyos visuales, verbales y físicos, pequeñas secuencias de acciones donde tuviera éxito. 

Con este proceso, Sebastián dejó de presentar las conductas disruptivas en un lapso de 3 meses, no lo podían creer ni los padres ni la maestra. 

Realmente funcionan las estrategias de conducta, el análisis de tareas y todo lo que veremos próximamente en nuestro curso diseñado para tal fin: lograr que los padres y los docentes entiendan cómo disminuir y erradicar las conductas disruptivas y aumentar y fortalecer las conductas adecuadas. 

2 comentarios acerca de “¡Es muy “terco”!

  1. Leticia Soto Flores dice:

    Como mamá,me siento identificada con la situación de Sebastián,yo también tengo un pequeño (Mateo) con autismo y yo creo que también su conducta de mi niño es por la frustración (no habla) pero siento que hemos tenido unos pequeños pasos de avance, gracias obviamente por el equipo que hemos hecho con su maestra y si bien hay dias que se presentan estas crisis,hay dias en las que nos ha sorprendido gratamente

    1. admin dice:

      Leticia, gracias por tu aportación tan valiosa que visibiliza la realidad y los sentimiento que las familias pueden llegar a experimentar

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